Son las 4.43 de un día 16...

...Me levanto tras intentar dormir. Me he resistido a marcar el número de teléfono buscando ayuda. Al final he tenido que hacerlo...
[...]
_¿Te sientes enfadada con el mundo?
_ No, ya no... Sólo siento indiferencia desde hace tiempo, no me importa absolutamente nada. Creo que nada merece la pena...
_¿Estás cansada, entonces?
_No, ahora no estoy cansada, me siento viva pero... como si me hubieran enterrado en vida...
_Hay una canción de Estopa que dice exactamente eso.
_ ...
_ ¿Estás ahí?
_ Sí
...
_ ...
_ ... ¿Sabes? El viernes volví tan borracha a casa que tuve que refugiarme entre un contenedor y un colchón viejo cerca de El Corte Inglés porque no llegaba...

[...]

Tan solo...

Me siento tan vivo
pero tan enterrado
ahora estoy huyendo sobre suelo mojado, mojado…
se parece a ti
y que no me digan
que vuelvo a estar borracho
sólo estoy dormido sobre el colchon más guarro,
tirado en la calle
cerca de tu barrio
Y ahora se pone a llover
vuelvo a mi cama de siempre
pero sigo estando
tan sólo, tan sólo, tan sólo, tan sólo
¿dónde me voy a coger?
y ahora vuelvo a reaccionar
se me cae el reloj encima
no puedo aguantar más esta historia de miedo
¡ apaga la tele ya!
He perdido el rumbo
la noción del tiempo
un callejón oscuro dibuja un entierro
¡Se ha muerto la luna!
¡Qué se calle el viento!

Una luz a lo lejos alumbra una figura
que parecía la gloria pero…
sólo era el camión de la basura
haciendo su ruta
Todo sigue igual que ayer
las mismas caras de siempre
el mismo llanto que me hizo llorar tanto tiempo
el mismo tiempo que perder
parece una eternidad
nunca acabo esta botella
porque sigue estando
el fondo cada vez más lejos
siempre vuelvo a vomitar
Y mi casa vuelve a arder
con todos mis trastos dentro
todos mis recuerdos
todas mis ilusiones
¡ toda mi vida!
vacía de sensaciones
Y aquí se está cayendo el cielo
no tengo a dónde ir
me duermo en cada esquina, están hechas para mí,
ahora no te reconozco no me acuerdo, no sé,
lo siento no puedo recordarlo todo.

de Estopa

¡Que más da!, cerrar los ojos por momento y no volver a respirar...

¿Qué mal he hecho al estar cerca de ti?
¿Por qué me alejas?...

No mas palabras de amor ni de desamor para ti…
Porque cada noche que me acerque a ti me llenaré de tristeza…
Y todo eso por dejarme sentir caricias (ficticias) con tus garras…
Quisiera que mis palabras fueran una verdad infinita,
Aun en mi no hay maldad,
Solo es mi pensamiento abstracto...

Quisiera decirte tantas cosas…
Que mi desconsolada alma no pregona,
Tu mundo es terriblemente absurdo para mí

¿Temes a algo?
Por qué me dañas,
Lastimas,
Matas…

Y esta vez..He muerto en tus manos..
Acepta mi muerte como ofrenda a tus plegarias…
No implores resurreccion a donde ya no hay nada.

Opciones para morir

Si muriera esta noche,
si pudiera morir,
si me muriera…

... a nadie le importaría más que a mi familia.

Considero las siguientes opciones:


  • Decapitada

    ¿Guillotina o hacha? Es igual, porque si nos cortan la cabeza, nada nos librará de sufrir dos segundos de dolor extremo. La cuchilla cercena los huesos que unen la cabeza al cuerpo, y eso, según explica el forense Harold Hillman en New Scientist: “Tiene que causar un gran dolor”. Grande, pero breve, ya que dos segundos después caeremos inconscientes por la hemorragia, aunque el cerebro conservará aún sangre y oxígeno para sobrevivir 15 segundos mas. ¿Explica eso los casos de cabezas cortadas que mueven los ojos o la boca? Según Hillman, solo son espasmos involuntarios causados por la agonizante química cerebral.

  • Sedienta

    Ya que el exceso de alcohol causa una ligera deshidratación, podemos imaginar que morir de sed provoca un dolor de cabeza cien veces superior al de la peor borrachera que recordemos. Porque, debido a la falta de agua, el cuerpo se nutre del líquido cefalorraquídeo del cerebro, y por tanto, lo seca. Además, tras dos días sin beber, dejamos de orinar y los riñones se hinchan como un globo, lo que causa un dolor similar a una puñalada; los ojos se secan y endurecen como si fueran de cristal. La agonía dura de tres a siete días.

  • Ahogada

    Aunque muramos en el mar, puede que nuestros pulmones sigan estando secos. ¿Por qué? Gracias a la laringe, cuyos espasmos impiden el paso del agua al aparato respiratorio. Pero ni eso nos salvará. El agua anegará el estómago, y la falta de oxígeno hará que se nos amorate el rostro y que el cerebro sufra un coma mortal en unos minutos.

  • Quemado

    ¿Qué podemos hacer si el fuego nos rodea? Esperar un milagro, porque en solo unos segundos las llamas prenderán nuestros cabellos e irán consumiendo, por este orden, las manos, los hombros, el pecho y el rostro; aunque no veremos cámo nuestro cuerpo se calcina, ya que los glóbulos oculares estallarán al contacto con el fuego. Se estima que el dolor es mil veces superior al que se siente al poner la mano sobre una sartén al rojo, y dura diez minutos, los que tardan las llamas en achicharrar los nervios. Pero, probablemente, moriremos antes por las gravisimas heridas.

  • Asfixiada

    Un hueso de pollo atascado en las vías respiratorias, o las manos de un estrangulador alrededor de nuestro cuello, provocan la hipoxia, que es la falta del suministro necesario de oxígeno a los tejidos y al cerebro. Las células sanguíneas, desoxigenadas, pierden su color rojizo y adquieren un tono morado que se refleja en la piel. La víctima pierde la consciencia en pocos minutos, y muere de un paro cardíaco.

  • Congelada

    Algunas víctimas de muerte por hipotermia se desnudan antes de fallecer, aunque se ignora la verdadera causa. Lo que sí se sabe es que el peligro comienza cuando la temperatura corporal baja a 35°C. Tras los escalofríos iniciales, las manos se entumecen, señal de que nos quedan 90 minutos de vida. Los vasos sanguíneos se hielan, lo que impide la circulación: en una hora, las extremidades estarán congeladas y el dolor será atroz. Antes de caer inconscientes por falta de riego cerebral, algunos se desnudan. Las alucinaciones pueden ser la causa.

  • Gaseada

    El monóxido de carbono provoca una muerte rápida e indolora; por eso lo llaman el asesino silencioso. En caso de intoxicación, el CO2 sustituye al oxígeno en el organismo, ya que su afinidad para mezclarse con la sangre es 250 veces superior. La víctima solo nota un dolor de cabeza seguido de náuseas. Lo más probable es que se quede dormida antes de morir, pero si intenta huir, no podrá moverse. Los músculos están agarrotados por el gas, y el desdichado solo puede reptar unos metros.

  • Desangrada

    Tenemos cinco litros de sangre en el cuerpo; perderla toda puede llevar desde unos minutos hasta horas, según el tipo de herida. Al sabio romano Petronio, que se suicidó cortándose las venas durante un banquete, le dio tiempo a hablar de filosofía. ¿Pero sufrir? En absoluto. Podemos perder hasta el 15% de la sangre sin sentir más que un mareo. Pero conforme aumenta la hemorragia, sufriremos una grave hipotermia, hasta que, tras perder 2,5 litros de sangre, entremos en coma.

Confesión de una cobarde

La inteligencia se define como la habilidad o capacidad para entender o comprender los elementos que componen al mundo (o a la realidad), de forma genérica. No es que seas torpe es que eres un poquito necio... o por lo menos conmigo.
Y jamás has mirado más allá de tu ombligo.




Una más

indiferencia.

(Del lat. indifferentĭa).

1. f. Estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado.

Algo así como que me da igual... me da igual una cosa que la otra. La indiferencia en el amor no es el punto medio entre te quiero o no te quiero, la indiferencia en el amor es más una especie de puerta hacia el desamor.
En el amor el trato de indiferencia es cruel. Así me tratas, entre la indiferencia y ...el desprecio... Aunque hoy he recibido más de lo que esperaba: un SMS, agradeciéndome mi regalo.

He dudado unos instantes y no me he atrevido a decirte: ¡Hasta siempre! Sé que algún día me echarás de menos, como tal vez media docena de personas más, pero no habéis sido capaces de daros cuenta de cómo moría, ni has hecho nada por rescatarme de una muerte segura.

Es curiosa la vida...

... Hoy estuve escribiendo este cuento para enviarte junto con unas palabras en las que tomaba una decisión referente a nuestra relación/amistad.

¿
Cómo se puede desear la felicidad de alguien a quien amas en silencio? ...
Amando con todo el corazón.




En una fría y ventosa noche del mes de enero, la luna tan solo asomaba tímidamente tras los nubarrones que se alzaban como torres, amenazando lluvia. La furia del viento arremolinaba las hojas caídas de los plateros que adornaban el paseo.
Mientras tanto Sonia se cobijó en un soportal, tenía sus manos y pies como témpanos de hielo. Debía esperar, aguardaba a alguien muy especial para ella. Parecía como si el reloj se hubiera parado, los segundos se tornaron minutos. Evidentemente los nervios se habían apoderado de ella. No era para menos, había llegado el momento de pasar la “prueba de fuego”, como ella le llamaba, ese momento al que tanto temía y al que, sin embargo, tenía que enfrentarse por muy doloroso que fuera su resultado.
De pronto apareció él, David, con una sonrisa en sus labios y, como no, dispuesto a escucharla y hacer de esa noche infernal, una noche placentera, alegre, feliz... Sin embargo, algo le decía a Sonia que no sería así, tenía sus dudas.
Se dirigieron al café de la decoración barroca, repleto de detalles iconexos: pájaros, máquinas de coser, jardineras, … y se acomodaron en un rincón, al lado de un gran ventanal. Sonia seguía tiritando, no ya de frío, sino de un estremecimiento interior. Tenía ante sí al hombre de sus sueños, al hombre que mantenía viva la llama de su corazón, por el que día y noche suspiraba... pero él no lo sabía. ¡Pobre iluso!, gritaba Sonia hacia sus adentros.
No le quedaba más remedio que enfrentarse a su verdad, a la que ella tan solo conocía y debía compartir con David. Estaba sumida en un mar de dudas, de preguntas sin respuestas, quizás se trataba de un sueño, de una ilusión... pero necesitaba fuerza para poder expresar sus sentimientos. Mientras miraba a través del cristal, a lo infinito, se fijó en una estrella que destacaba sobre las demás. Fue tan solo un instante, una luz intensa se quedó reflejada en su mirada y le hizo recordar esa luna mágica siempre la daba fuerzs: ¡Aquí estás, siempre conmigo y tú me ayudarás!.
Mientras David se dirigía al encuentro con Sonia, escuchando música en su siempre limpio y cuidado Ipod, no dejaba de pensar en ella, a la vez que se hacía mil preguntas, ¿qué me dirá?, ¿qué quiere contarme?, se sentía nervioso también. En los últimos días la había notado triste, nerviosa, titubeante, se le había borrado la sonrisa de sus labios, seguro que tenía algún problema. ¡Vaya, espero poder ayudarla!, pensaba, ¡por lo menos la escucharé, al fin y al cabo somos amigos!.
Sonia, diariamente y antes de entrar a la oficina, se paraba a comprar el periódico en el quiosco cercano y siempre le atendía amablemente David. Por supuesto que eran amigos, una amistad que ni siquiera ellos mismos se explicaban el cómo y el porqué había nacido. Se conocieron hace ya más de un año y desde el primer momento pareció como si hubiera una química especial entre ellos, entablaron conversación enseguida. Un día, otro y otro, entre palabras, sonrisas, miradas y alguna que otra confidencialidad, se había ido forjando una buena amistad.
Sonia miró a los ojos a David y le dijo: ¡Me gustaría contarte una historia que hace no mucho soñé!, ¿quieres que te la cuente?, quizás se trate tan solo de eso, de un sueño, quizás de una ilusión, pero no te preocupes más tarde lo sabré. David asintió con la cabeza, estaba totalmente intrigado.

“Era un día de verano, el sol brillaba intensamente sobre el cielo azul, desprendía su calor tórrido y agobiante. Me encontraba en una playa solitaria, no había nadie más, tumbada sobre la arena blanca, oía como las olas golpeaban con fuerza las rocas y una suave brisa recorría mi cuerpo, dándome frescor. Estaba relajada, disfrutando de aquella paz, de aquel momento que necesitaba hacía mucho tiempo para poder dar rienda suelta a mis pensamientos, aclarar mis ideas y también, por qué no, soñar. Había conseguido al fin estar sola.

Sin embargo, a lo lejos, bajando por la ladera entre las rocas, vislumbré la silueta de un hombre que se iba acercando lentamente. Era alto, moreno, musculoso, llevaba gafas de sol, una toalla sobre su hombro derecho, bañador oscuro y mientras sus pies acariciaban la blanca arena, se dirigía hacia mi. ¡Qué extraño!, ¿quién era?, ¿de quién se trataba?, ¿acaso venía a perturbar la paz de mi soledad?, el corazón me palpitaba con fuerza.

¡No me lo podía creer, que alegría, era él!, me saltaron las lágrimas de la emoción, abrazados y, con un nudo en la garganta, le susurré al oído que hacía tiempo sentía algo especial y que estaba perdidamente enamorada de él.

Abrí los ojos, había sonado el despertador.”

David intentó opinar, pero Sonia no le dejó, sintió en su mano escondida en el bolsillo de la chaqueta, la compañía de la luna mágica allá arriba la dio fuerzas y, entre sollozos, le dijo: “Él, en la realidad eres tú. No se trata de un capricho, ni siquiera lo he buscado, simplemente ha surgido y he intentado luchar contra ello sin conseguirlo”. David se quedó sorprendidísimo, se le notaba en su cara, como si no diera crédito a lo que acababa de oír, no le salían las palabras.
Sonia esperaba ansiosa una respuesta, fuere cual fuere, la necesitaba para disipar sus dudas y, por supuesto, la tuvo. David, mirándole a los ojos y con voz muy cálida, le dijo: ¡Lo siento mucho, pero mi corazón ya está ocupado, estoy enamorado de otra persona!. Pareció que el viento que soplaba con fuerza esa noche, hubiera entrado como un torbellino en el viejo café de la esquina, se llevó su sueño, su ilusión y tan solo le dejó una inmensa tristeza por un sentimiento no compartido, una herida de la que jamás se recuperaría.
David y Sonia se abrazaron y entre sollozos se dijeron que su amistad perduraría en el tiempo, despidiéndose con un abrazo infinito y un beso Moac en una esquina de una de las calles principales de la ciudad.


Jamás se volvieron a ver. Ella murió unos meses después, de soledad e indiferencia, llevándose como última imagen la sonrisa de él como imagen en sus ojos.


¿Hay alguien al otro lado?



¿Hola?
¿Hay alguien al otro lado?
¿Hola? ¿¡¡¡Alguien puede ayudarme, por favor!!!?
Me muero...