Gravitaciones de un martes

No tengo respuesta. Y supongo que nunca la tendré. No lo sé. Quisiera saberlo, quisiera tener el interruptor que enciende o apaga el amor. No sé de la fórmula magistral del amor, de su nacimiento y su auge. De su declive, de la asfixia. Del fin y el entierro. Del dolor que arrasa todo y luego se nos cura.

Chispa. Brillo en los ojos. Mariposas en el estómago.

Todos seguimos buscando razones a lo que son sentimientos. Matizando con nuestras razones lo que sentimos. Buscando un por qué. Porque si. Porque no. Inconformistas de naturaleza creídos del deber de saberlo todo.

No lo sé. No sé porque es EL y no otro. ¿Momento justo, lugar indicado? ¿Afinidad? ¿Química? ¿Deseo?

A lo largo de la vida nos cruzamos con personas maravillosas. Con personas que nos hacen daño. Con personas y personas. Personas que dejan huella, personas que se arrastran con el olvido. Personas de todo tipo.

Habrá personas más altas, bajas, flacas o gordas, más inteligentes, más simpáticas, más fieles, más cariñosas, más dulces, más apasionadas… un más y más de todo. Habrá personas a las que pareciera que la vida ha moldeado para ti. Perfectos en su imperfección. Idóneos para ti.

Pero es EL. Y no otro EL. No hablo de ese EL como el hombre de tu vida-de tus sueños-tus anhelos más íntimos. No. Hablo de alguien que el Destino, la Casualidad o el Todopoderoso te puso en tu camino un día. En un momento concreto. En un lugar indicado.

Puede que no sea el más adecuado. Ni el que más te conviene. Ni esté moldeado como tu quisieras… pero esa persona te hace suspirar. Ese EL te remueve dentro todo. Te nubla la vista, te acelera el corazón, te llena, te completa, te complementa. Alguien que es especial, único, diferente a cualquier otro EL que pueda ser maravilloso, perfecto, dulce, atento, y mágico. Tu EL será Alguien que te hace sentir en una mullida, rosa y perfecta nube todo el rato, y te haga la persona más feliz de este mundo con su mirada, con un gesto, con una caricia… y otro EL no te hará sentir así… por mucho que te esfuerces, por mucho que tú quisieras que fuese así… No puede ser otro EL tiene que ser tu EL.

Busca explicaciones en lo más recóndito de tu corazón y de tus anhelos. No la hay. El es TU EL o no lo es… El amor nace así. Porque si. Sin más lógica explicación ni más lógico entendimiento para la razón… Surge de una mirada, de unas palabras, de unos gestos, de encuentros, de confidencias… surge al tiempo. O quizá no… Puedes tener charlas estupendas y un montón de complicidad, puedes sentir que esa persona ha nacido para ti pero si no hay aguijón, mariposas revoloteándote, nubes rosas de algodón….. Ese El no es tu EL.

Y por mucho que luches para que otro EL se convierta en TU EL no será así. La maquinaria del corazón se engrasa sin tu consentimiento. Sin que atienda a personas maravillosas con las que nos cruzamos constantemente en la vida. Hay amores que no son correspondidos porque la magia no surgió entre los dos, pero no por ello somos malos, ni culpables de no encontrar una chispa, un atisbo de esperanza en nuestra alma. No somos culpables por no sentirnos atraídos por alguien maravilloso que nos ofrece algo especial.

Se siente o no se siente. Y sufrir por lo que no somos capaces de sentir es tan doloroso como sentir algo que no queremos que sea así.

El amor Llega. Y después se puede ir, porque todo o casi todo es caduco y se derrumba, pero a todos, en algún momento exacto, y en el lugar indicado surge… Surge el amor entre dos. Como acabe, es otra historia, como se vaya formando también. Pero un día, llega. Puede llegar dos, o mil veces, pero siempre hay una primera vez para querer y ser correspondido. Y el corazón, en su mágica rareza no dejará que lo domines. Sentirá aquello que le brote sincero sin que tú, ni muchos El maravillosos puedan hacer nada para que cambie de opinión.

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